-¡Hasta aquí hemos llegado! Ese maldito austríaco ha llegado demasiado lejos, hay que hacerle ver que no puede seguir adelante.
-¿Y cómo pretende hacer eso, Mr. Chamberlain? -intervino, socarrón, Churchill- ¿Convocamos una conferencia en Munich a ver cómo lo convencemos?
-No se haga el gracioso conmigo, Winston. No podemos permitir que también se trague a los Polacos.
-Si me hubiera hecho caso desde el principio -replicó, furibundo, el First Lord - nunca hubiéramos llegado a esta situación.
-Bien, pues no lo hice. Hice lo que creí más conveniente, y no pienso disculparme por ello. ¿Puede ahora alguien darme una idea constructiva, para variar?
-Pues, tal y como yo lo veo -intervino Lord Halifax, responsable del Foreign Office-, tenemos dos opciones: o dejamos que Alemania devore literalmente a Europa Central y recemos porque su objetivo sea Rusia, o proclamamos una garantía sobre el gobierno Polaco, una garantía tan clara e inconfundible que sea imposible echarse atrás. En estos momentos, los alemanes ya han visto que estamos dispuestos a casi cualquier cosa por evitar una guerra, y ahora hemos de enviarles el mensaje de que hemos llegado al límite. Hemos cometido el error de tratar a Hitler como un político, y no lo es: es un matón, y cuando a un matón no se le paran los pies se crece porque cree (no sin cierta dosis de razón) que los demás son débiles. Si Hitler comprende que nuestra garantía es lo suficientemente firme como para obligarnos a la guerra con Alemania si no respeta Polonia, es posible que se asuste, al menos de momento.
-¿Pretende que vayamos de farol, Halifax?
-En absoluto, Primer Ministro. Se va de farol cuando se tiene una mala mano y se pretende que el contrario crea que no es así; nosotros tenemos una buena mano, y nuestra tarea es conseguir que los alemanes entiendan que estamos dispuestos a jugarla hasta el final.
-No creo que ya a estas alturas podamos asustar a los alemanes, pero es la única alternativa que nos queda– apoyó Churchill.
-Bien, ¿qué dirán los franceses?
-No les va a hacer ninguna gracia. Su ejército no está preparado para una ofensiva, sino para la defensa, y si Alemania invade Polonia y nosotros cuplimos la garantía ofrecida, tendremos que realizar una ofensiva contra Alemania. Pero al final harán lo que les digamos, saben que ya no queda otra salida.
Efectivamente, Francia no tenía otra salida. Tras una tensa reunión, en la que ambos gobiernos se culparon mutuamente del desastre de Munich, se acordó iniciar las gestiones oportunas para incluir a Polonia en la alianza de ayuda y defensa mutua de la que formaban parte Francia, Gran Bretaña y los países de la Commonwealth; Polonia, que tras haber rechazado las pretensiones territoriales de Alemania estaba en un auténtico aprieto, aceptó firmar la alianza, que se hizo efectiva a partir del día 30 de Marzo.
Francia, convencida ya de lo inevitable de la guerra, puso finalmente en servicio el 6º ejército, compuesto por cinco divisiones de infantería, al mando del General Huntzinger.

Distribución del ejército Francés en Agosto de 1939
-¿Y cómo pretende hacer eso, Mr. Chamberlain? -intervino, socarrón, Churchill- ¿Convocamos una conferencia en Munich a ver cómo lo convencemos?
-No se haga el gracioso conmigo, Winston. No podemos permitir que también se trague a los Polacos.
-Si me hubiera hecho caso desde el principio -replicó, furibundo, el First Lord - nunca hubiéramos llegado a esta situación.
-Bien, pues no lo hice. Hice lo que creí más conveniente, y no pienso disculparme por ello. ¿Puede ahora alguien darme una idea constructiva, para variar?
-Pues, tal y como yo lo veo -intervino Lord Halifax, responsable del Foreign Office-, tenemos dos opciones: o dejamos que Alemania devore literalmente a Europa Central y recemos porque su objetivo sea Rusia, o proclamamos una garantía sobre el gobierno Polaco, una garantía tan clara e inconfundible que sea imposible echarse atrás. En estos momentos, los alemanes ya han visto que estamos dispuestos a casi cualquier cosa por evitar una guerra, y ahora hemos de enviarles el mensaje de que hemos llegado al límite. Hemos cometido el error de tratar a Hitler como un político, y no lo es: es un matón, y cuando a un matón no se le paran los pies se crece porque cree (no sin cierta dosis de razón) que los demás son débiles. Si Hitler comprende que nuestra garantía es lo suficientemente firme como para obligarnos a la guerra con Alemania si no respeta Polonia, es posible que se asuste, al menos de momento.
-¿Pretende que vayamos de farol, Halifax?
-En absoluto, Primer Ministro. Se va de farol cuando se tiene una mala mano y se pretende que el contrario crea que no es así; nosotros tenemos una buena mano, y nuestra tarea es conseguir que los alemanes entiendan que estamos dispuestos a jugarla hasta el final.
-No creo que ya a estas alturas podamos asustar a los alemanes, pero es la única alternativa que nos queda– apoyó Churchill.
-Bien, ¿qué dirán los franceses?
-No les va a hacer ninguna gracia. Su ejército no está preparado para una ofensiva, sino para la defensa, y si Alemania invade Polonia y nosotros cuplimos la garantía ofrecida, tendremos que realizar una ofensiva contra Alemania. Pero al final harán lo que les digamos, saben que ya no queda otra salida.
Efectivamente, Francia no tenía otra salida. Tras una tensa reunión, en la que ambos gobiernos se culparon mutuamente del desastre de Munich, se acordó iniciar las gestiones oportunas para incluir a Polonia en la alianza de ayuda y defensa mutua de la que formaban parte Francia, Gran Bretaña y los países de la Commonwealth; Polonia, que tras haber rechazado las pretensiones territoriales de Alemania estaba en un auténtico aprieto, aceptó firmar la alianza, que se hizo efectiva a partir del día 30 de Marzo.
Francia, convencida ya de lo inevitable de la guerra, puso finalmente en servicio el 6º ejército, compuesto por cinco divisiones de infantería, al mando del General Huntzinger.

Distribución del ejército Francés en Agosto de 1939
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