La lluvia anaranjada espera a Egipto.
Mi querido naranja, el naranja del otoño, en los atardeceres de la Albufera de Valencia cuando los turistas y curiosos se retiran al gris cemento de las ciudades.
Cuando el naranja me inunde, con los Celtas como potencia nuclear, no habrá esperanza para Pangea.
Sólo será cuestión de tiempo.
Cayó el Imperio Normando, y los Celtas se convirtieron en la primera potencia.
Caerá Egipto y los Celtas dominarán el mundo para siempre.
¡Larga vida a los egipcios!
¡Larga vida a sus aliados!
Indios, aztecas, cartagineses, rusos, ¡¡luchad contra los celtas!!.
Mi querido naranja, el naranja del otoño, en los atardeceres de la Albufera de Valencia cuando los turistas y curiosos se retiran al gris cemento de las ciudades.
Cuando el naranja me inunde, con los Celtas como potencia nuclear, no habrá esperanza para Pangea.
Sólo será cuestión de tiempo.
Cayó el Imperio Normando, y los Celtas se convirtieron en la primera potencia.
Caerá Egipto y los Celtas dominarán el mundo para siempre.
¡Larga vida a los egipcios!
¡Larga vida a sus aliados!
Indios, aztecas, cartagineses, rusos, ¡¡luchad contra los celtas!!.
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