Carne española para saquear Iraq
Pascual Serrano
Primero el gobierno español exigió que Sadam Hussein permitiera el trabajo de los inspectores de la ONU en Iraq. Estos cumplieron su misión y afirmaron que no encontraban armas de destrucción masiva. Aznar declaró en el Congreso que seguÃa convencido de que existÃan las armas e ignoró el trabajo de los inspectores.
Después el gobierno español dijo que no apoyarÃa ninguna iniciativa que no tuviese el apoyo de la ONU, un mes después anunciaba desde las Azores una intervención militar sin resolución del Consejo de Seguridad.
Ya en plena masacre iraquà afirmó que España colaboraba con un contingente "humanitario" formado por soldados fuertemente armados, cazas F-18 y barcos de suministro de combustibles para las tropas norteamericanas.
Iraq ya es un pueblo masacrado, bajo un ejército de ocupación ilegal al que se enfrenta el pueblo iraquÃ, con un administrador norteamericano que gestiona la venta del petróleo iraquà cuyos ingresos se destinan a las empresas concesionarias de EEUU y un gobierno tÃtere que no han elegido los iraquÃes, sin iniciativas democráticas para el paÃs ni sistemas de protección de los derechos humanos. Las prioridades en la reconstrucción son los pozos petrolÃferos, las refinerÃas y las vÃas para la exportación del petróleo. Es decir, el sistema de saqueo por parte de los ocupantes.
Bush exhibe las cabelleras de sus enemigos con un ritual de culto a la muerte escalofriante, las razones de la guerra –armas de destrucción masiva- no aparecen y ya nadie las cree.
La última decisión del gobierno español es incorporarse, ya sin disimulo, a las tropas invasoras bajo la rancia denominación imperial y colonial de Brigada Plus Ultra con el histórico y xenófobo escudo "matamoros" de la cruz de Santiago, bajo el cual España masacró a los árabes y se convirtió en ejemplo mundial de muerte y persecución étnica.
1.262 soldados españoles viajan a Iraq burlando la legislación internacional, dinamitando la convivencia religiosa entre las comunidades musulmanas y cristianas ofreciendo carne fresca al servicio de las empresas norteamericanas entre cuyos principales accionistas están los miembros del gobierno Bush.
Frente a ellos, un pueblo –el iraquÃ- luchando contra un ejército ocupante y una legislación internacional representada por la IV Convención de Ginebra y sus protocolos adicional I y II que consideran que "un pueblo sometido a ocupación militar no tiene el debe de obediencia al ocupante" y que dicho pueblo "está legitimado para utilizar todo tipo de medios, incluso el uso de la fuerza armada si no se emplea contra objetivos civiles, con el fin de ejercer su derecho a la libre autodeterminación".
Esos soldados españoles no representan los intereses de mi paÃs ni del pueblo español, no tienen ninguna función humanitaria, no luchan ni por la democracia ni por los derechos humanos.
Humillarán allanando viviendas de civiles, dispararán contra los manifestantes, matarán y detendrán a hombres que sólo luchan por su paÃs. Yo los maldigo, junto al gobierno que lo envÃa. La más que probable muerte de alguno de ellos no despertará en mà piedad ni dolor alguno, la reservo para el pueblo iraquÃ, gentes inocentes cuyo crimen ha sido flotar en un mar de petróleo codiciado por gobiernos asesinos. Desde estas lÃneas, mi apoyo a los pueblos que se enfrentan a quienes les ocupan, asesinan y saquean. Mi apoyo a la resistencia iraquÃ.
Pascual Serrano
Primero el gobierno español exigió que Sadam Hussein permitiera el trabajo de los inspectores de la ONU en Iraq. Estos cumplieron su misión y afirmaron que no encontraban armas de destrucción masiva. Aznar declaró en el Congreso que seguÃa convencido de que existÃan las armas e ignoró el trabajo de los inspectores.
Después el gobierno español dijo que no apoyarÃa ninguna iniciativa que no tuviese el apoyo de la ONU, un mes después anunciaba desde las Azores una intervención militar sin resolución del Consejo de Seguridad.
Ya en plena masacre iraquà afirmó que España colaboraba con un contingente "humanitario" formado por soldados fuertemente armados, cazas F-18 y barcos de suministro de combustibles para las tropas norteamericanas.
Iraq ya es un pueblo masacrado, bajo un ejército de ocupación ilegal al que se enfrenta el pueblo iraquÃ, con un administrador norteamericano que gestiona la venta del petróleo iraquà cuyos ingresos se destinan a las empresas concesionarias de EEUU y un gobierno tÃtere que no han elegido los iraquÃes, sin iniciativas democráticas para el paÃs ni sistemas de protección de los derechos humanos. Las prioridades en la reconstrucción son los pozos petrolÃferos, las refinerÃas y las vÃas para la exportación del petróleo. Es decir, el sistema de saqueo por parte de los ocupantes.
Bush exhibe las cabelleras de sus enemigos con un ritual de culto a la muerte escalofriante, las razones de la guerra –armas de destrucción masiva- no aparecen y ya nadie las cree.
La última decisión del gobierno español es incorporarse, ya sin disimulo, a las tropas invasoras bajo la rancia denominación imperial y colonial de Brigada Plus Ultra con el histórico y xenófobo escudo "matamoros" de la cruz de Santiago, bajo el cual España masacró a los árabes y se convirtió en ejemplo mundial de muerte y persecución étnica.
1.262 soldados españoles viajan a Iraq burlando la legislación internacional, dinamitando la convivencia religiosa entre las comunidades musulmanas y cristianas ofreciendo carne fresca al servicio de las empresas norteamericanas entre cuyos principales accionistas están los miembros del gobierno Bush.
Frente a ellos, un pueblo –el iraquÃ- luchando contra un ejército ocupante y una legislación internacional representada por la IV Convención de Ginebra y sus protocolos adicional I y II que consideran que "un pueblo sometido a ocupación militar no tiene el debe de obediencia al ocupante" y que dicho pueblo "está legitimado para utilizar todo tipo de medios, incluso el uso de la fuerza armada si no se emplea contra objetivos civiles, con el fin de ejercer su derecho a la libre autodeterminación".
Esos soldados españoles no representan los intereses de mi paÃs ni del pueblo español, no tienen ninguna función humanitaria, no luchan ni por la democracia ni por los derechos humanos.
Humillarán allanando viviendas de civiles, dispararán contra los manifestantes, matarán y detendrán a hombres que sólo luchan por su paÃs. Yo los maldigo, junto al gobierno que lo envÃa. La más que probable muerte de alguno de ellos no despertará en mà piedad ni dolor alguno, la reservo para el pueblo iraquÃ, gentes inocentes cuyo crimen ha sido flotar en un mar de petróleo codiciado por gobiernos asesinos. Desde estas lÃneas, mi apoyo a los pueblos que se enfrentan a quienes les ocupan, asesinan y saquean. Mi apoyo a la resistencia iraquÃ.
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