6- los Dioses de Bali
Llovía a cántaros, la calle estaba gris, pero yo ya me había levantado hacía rato. No tenía café, nunca antes tuve que mantenerme despierto para algo importante, así que me preparé un colacao, cuando me lo terminé me sentía como un niño, lleno de energía, tenía que empezar a cumplir mi promesa.
El día anterior haía conseguido ahorrar, y tenía la oportunidad de comprar una nueva antena, y eso fue lo primero que hice. Compré una en el suroeste, creo que ese cacho del mapa se llama california, y en su radio habia 10 millones de ciudadanos.
Ahora solo tenía que pensar el contenido de la parrilla, tenía nuevos proyectos en mente, todavía había mercados televisivos que explotar. El primer paso ya estaba realizado con la nueva antena, ahora sin precipitarse tendría que buscar el momento clave para pasar al punto 2. Con todos esos pensamientos había llegado a la agenca de cine y ya estaba en el mostrador con la película de “Los 7 Magníficos” no se como había llegado a mi mano pero pagué y me fui.
Cuando iba de camino al despacho tuve un pensamiento, acto seguido un pequeño shock, las manos me temblaron y chorros de sudor brotaban de mis poros –me quedaban solo 2 mil dólares!!! Y debía 300 mil!!!
Intenté calmarme, la nueva audiencia debía dar resultados en breve, y así fue, 1,2 millones de personas sin trabajo ni amigos contemplaron la obra de Heinrich Vogeter, en medio de la cual colé un anuncio de GameBoy que me reportó 40 mil $.
Ahora con casi 25 millones de espectadores potenciales debería dar un pasito en la audiencia. Empezaban las noticias, otra vez el contundente 0% que se lleva mi telediario local, y después “los 7 magníficos”, la audiencia pasó a 2,5 millones, no estaba mal, contraté un anuncio de 3 pases de “Hipponix”, pero tuve que correr a por un nuevo contrato a la siguiente hora cuando la audiencia se dobló!!! Estos malditos capullos han llegado tarde a mi estreno!!! Bien, dentro de todo estaba contento, pero.... no tengo películas que poner después!!!
Fui corriendo otra vez a la agencia, empecé a rebuscar, solo tenia 40 mil dólares, Había un programa cultural que curiosamente en su ficha salía que Betty lo había cogido prestado varias veces –menudo coñado de documental- pensé.
¿Qué coño es esto? ¿Como revenden las pelis que fueron emitidas recientemente por mi o por la competencia? Y las únicas actuales superan enormemente mi presupuesto!!. Me empecé a marear, el techo se acercaba a mi cabeza, ya lo sentí en la cabeza, ahora me comprimía, luego me aplastaba contra el suelo y yo solo quería atravesarlo para salir de allí, cuando decidí confesarle por primera vez mis pecados al señor vi un ángel, se me acercó a la oreja y susurraba –credcaaaar, credcaaaar....- mierda, lo único que recuerdo de mis clases de latín eran los pezones que marcaba en la camiseta la buenorra de la profe.
–Si!!!- grité, había visto la luz!
Justo al terminar la peli también terminaba el nuevo contrato publicitario creado a última hora: ¡CredCar, la tarjeta con crédito ilimitado!, en mi caso el crédito sería de 240 mil dólares siempre que la audiencia no bajara de los 5 millones, y así parecía ser. El problema económico estaba solucionado, ahora debía realizar una estratégia técnica:
Objetivo principal: comprar película y emitirla.
El Enemigo: el tiempo.
Duración de la operación: 5 minutos (el tiempo de las noticias)
Debería ser rápido, salí de la agencia de cine, esperé a que faltaran 5 minutos, entonces llamé el ascensor y fui corriendo a por la película, de esta forma aseguraba que ninguno de los tocapelotas de Archie ni Churchill me jodieran la batalla. Encontré un peliculón: “La Guerra de las Galaxias” salí echando pedos, pulsé el 8 en el ascensor, entré en mi despacho, abrí el ordenador, y a falta de unos pocos segundos puse la película en nada el indicador ya marcaba 6 millones de almas contemplando mi decisión, incluso había niños!!!
El día se había resuelto muy satisfactoriamente, pero me quedaba una hora, por la cabeza me pasó una estúpida idea... –na paso- era realmente estúpida, -aunque...- que no, que me juego el puesto, -pero podría ser que diera resultado...- o Dios, estaba discutiendo conmigo mismo!! –Venga! Hay que echarle huevos!!
Fui a por esa cinta que Betty tantas veces debía haber visto, ya me la imaginaba viendo a ”los Dioses de Bali” con su cabeza acurrucada en mi pecho, y compartiendo la misma bolsa de pan de gamba. La audiencia de aquel programa me jodió un contrato publicitario, pero si Betty era tan masoca como para ver repetidamente “eso”, me excitaba pensar hasta donde podía llegar su masoquismo.
Llovía a cántaros, la calle estaba gris, pero yo ya me había levantado hacía rato. No tenía café, nunca antes tuve que mantenerme despierto para algo importante, así que me preparé un colacao, cuando me lo terminé me sentía como un niño, lleno de energía, tenía que empezar a cumplir mi promesa.
El día anterior haía conseguido ahorrar, y tenía la oportunidad de comprar una nueva antena, y eso fue lo primero que hice. Compré una en el suroeste, creo que ese cacho del mapa se llama california, y en su radio habia 10 millones de ciudadanos.
Ahora solo tenía que pensar el contenido de la parrilla, tenía nuevos proyectos en mente, todavía había mercados televisivos que explotar. El primer paso ya estaba realizado con la nueva antena, ahora sin precipitarse tendría que buscar el momento clave para pasar al punto 2. Con todos esos pensamientos había llegado a la agenca de cine y ya estaba en el mostrador con la película de “Los 7 Magníficos” no se como había llegado a mi mano pero pagué y me fui.
Cuando iba de camino al despacho tuve un pensamiento, acto seguido un pequeño shock, las manos me temblaron y chorros de sudor brotaban de mis poros –me quedaban solo 2 mil dólares!!! Y debía 300 mil!!!
Intenté calmarme, la nueva audiencia debía dar resultados en breve, y así fue, 1,2 millones de personas sin trabajo ni amigos contemplaron la obra de Heinrich Vogeter, en medio de la cual colé un anuncio de GameBoy que me reportó 40 mil $.
Ahora con casi 25 millones de espectadores potenciales debería dar un pasito en la audiencia. Empezaban las noticias, otra vez el contundente 0% que se lleva mi telediario local, y después “los 7 magníficos”, la audiencia pasó a 2,5 millones, no estaba mal, contraté un anuncio de 3 pases de “Hipponix”, pero tuve que correr a por un nuevo contrato a la siguiente hora cuando la audiencia se dobló!!! Estos malditos capullos han llegado tarde a mi estreno!!! Bien, dentro de todo estaba contento, pero.... no tengo películas que poner después!!!
Fui corriendo otra vez a la agencia, empecé a rebuscar, solo tenia 40 mil dólares, Había un programa cultural que curiosamente en su ficha salía que Betty lo había cogido prestado varias veces –menudo coñado de documental- pensé.
¿Qué coño es esto? ¿Como revenden las pelis que fueron emitidas recientemente por mi o por la competencia? Y las únicas actuales superan enormemente mi presupuesto!!. Me empecé a marear, el techo se acercaba a mi cabeza, ya lo sentí en la cabeza, ahora me comprimía, luego me aplastaba contra el suelo y yo solo quería atravesarlo para salir de allí, cuando decidí confesarle por primera vez mis pecados al señor vi un ángel, se me acercó a la oreja y susurraba –credcaaaar, credcaaaar....- mierda, lo único que recuerdo de mis clases de latín eran los pezones que marcaba en la camiseta la buenorra de la profe.
–Si!!!- grité, había visto la luz!
Justo al terminar la peli también terminaba el nuevo contrato publicitario creado a última hora: ¡CredCar, la tarjeta con crédito ilimitado!, en mi caso el crédito sería de 240 mil dólares siempre que la audiencia no bajara de los 5 millones, y así parecía ser. El problema económico estaba solucionado, ahora debía realizar una estratégia técnica:
Objetivo principal: comprar película y emitirla.
El Enemigo: el tiempo.
Duración de la operación: 5 minutos (el tiempo de las noticias)
Debería ser rápido, salí de la agencia de cine, esperé a que faltaran 5 minutos, entonces llamé el ascensor y fui corriendo a por la película, de esta forma aseguraba que ninguno de los tocapelotas de Archie ni Churchill me jodieran la batalla. Encontré un peliculón: “La Guerra de las Galaxias” salí echando pedos, pulsé el 8 en el ascensor, entré en mi despacho, abrí el ordenador, y a falta de unos pocos segundos puse la película en nada el indicador ya marcaba 6 millones de almas contemplando mi decisión, incluso había niños!!!
El día se había resuelto muy satisfactoriamente, pero me quedaba una hora, por la cabeza me pasó una estúpida idea... –na paso- era realmente estúpida, -aunque...- que no, que me juego el puesto, -pero podría ser que diera resultado...- o Dios, estaba discutiendo conmigo mismo!! –Venga! Hay que echarle huevos!!
Fui a por esa cinta que Betty tantas veces debía haber visto, ya me la imaginaba viendo a ”los Dioses de Bali” con su cabeza acurrucada en mi pecho, y compartiendo la misma bolsa de pan de gamba. La audiencia de aquel programa me jodió un contrato publicitario, pero si Betty era tan masoca como para ver repetidamente “eso”, me excitaba pensar hasta donde podía llegar su masoquismo.
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