- ¡Espineeteeee! ¡Espineeteeee! Era Don Pimpón quien aporreaba la puerta de la caseta verde de Espinete. El pobre monicreque de color rosado estaba todavÃa recuperándose de la terrible moña que habÃa sufrido el dÃa anterior en la fiesta de Chema, el panadero yonqui. En una cama encharcada por sus propios vómitos, Espinete tenÃa sus púas de esparto asquerosamente babadas. Trozos de plátano, restos de mortadela con aceitunas y un fuerte olor a whisky barato cerraban la jugada. Dubitativo y errante, el pobre Espinete abrió la puerta a Don Pimpón, quien estaba toqueteando a Ruth, una de las niñas que esnifaba coca en mitad de la plaza. La niña no se dejaba hacer mucho más. - ¿Qué cojones quieres, Pimpón? -dijo Espinete, encendiendo un Celtas sin filtro. Don Pimpón soltó a Ruth, que se fue a hablar con la gallina Caponata, a ver si le ponÃa un huevo de cocaÃna. - Pues nada, Espinete -dijo Don Pimpón rascándose los cojones-, venÃa por aquà a ver si me dejas mil duros, que he quedado a debérselos a la madre de Ruth por el... trabajito que me hizo ayer. - Joder Pimponeti, eres la hostia tÃo, ¿no te llego yo aunque tenga que hacer de pasivo? - Nooo, Espineeeteee, nooo, dame cinco papeles ya, hostia, que si no, el chulo me va a matar, joder. (1) - Vete a la mierda, yo estoy mareado y me voy a potar a la puta chabola esta de los cojones, que en el ayuntamiento son unos hijos de la gran puta y no me quieren dar una vivienda social, ¡joder, que me aso en esta puta mierda de barracón! Don Pimpón desapareció cuando Espinete entró de nuevo en su choza. Las arcadas fueron audibles desde fuera de la plaza, y la pota visible porque salÃa por debajo de la puerta. Unos niños saltaban a la comba, mientras las niñas entraban en el supermercado a comprar botellas de ginebra con las pagas que les habÃan dado sus mamás. La cajera, en un principio, no les quiso atender, pero cuando le pusieron la pipa encima del escáner de la caja no tuvo más remedio que regalárselas.
Don Julián se sonaba las narices con su pegajosa boina, y es que tenÃa razón el médico: tantos porros de avecrem son malos para la nariz. Aún asà este hombre, tal vez por influencia de los comics de "MartÃnez el facha", decidió advertir a los niños que no era bueno beber ginebra a pelo. - Niños... niños... ¡niñoooos! Nada, los niños no le hacÃan ni puto caso. Al final, después de partirle la cara de una hostia a un niño que jugaba con una pelota todos los demás atendieron. - Joder, menos mal... ¿no veis que la ginebra sola es mala para el hÃgado? ¿No os han dicho vuestros padres que hay que mezclarla con algo, como la tónica? - ¿De verdad, don Julián? -dijo un niño después de pegar un fuerte sorbo a la botella de Gordons. - SÃ, y tengo unos burman-flash caducados y descongelados que pueden estar cojonudos con la ginebra, a ver si nos podemos montar un botellof de "gin flash". Todos los niños gritaron "¡Bien!" y "Viva don Julián".
Ana pasó por allà subida en su puta bicicleta sin sillÃn, pero Don Pimpón, que está siempre al acecho, le pegó un adoquinazo en la cabeza y la dejó K.O. el tiempo suficiente para consumar la violación, arrancándole a tiras el horroroso chándal que llevaba. Roberto, el hermano gitano de Ruth se llevó la bicicleta mientras Don Pimpón se clavaba a Ana.
Pero apareció el sargento Romerales por allÃ. Los niños escondieron las botellas de ginebra y apareció don Julián cargado de Burman Flashes. Romerales le dijo: - ¡Hostia, don Julián! Dame un burmanflás de esos, joder, que se nos jodió el aire acondicionado del coche patrulla y me aso, que ya llamó la pelma de la Cano medio histérica diciendo que un yonqui estaba asaltando su puta farmacia y que ya habÃa matado al plastazo del hijo mediano, el Guille de los cojones. Don Julián le dio dos burman. Los niños que aún no habÃan caÃdo al suelo cogieron con entusiasmo los flashes y los mezclaron con la ginebra. Una niña de unos siete años empezó a vomitar en los pies de don Julián, y éste reaccionó dándole una terrible patada a la niña, tan terrible que además de levantarla metro y medio del suelo le desfiguró el rostro, pero no dejó de vomitar boca arriba por ello, ahogándose en su propia pota. Cuando don Pimpón se aburrió de Ana fue a por el cadáver de la niña y decidió tener alguna práctica necrófila y pederasta a la vez. Era de las pocas cosas que no habÃa probado todavÃa.
Espinete seguÃa potando en el cuarto de baño, pero al terminar resbaló con sus meos de la semana anterior y se pegó la gran hostia contra el bidé, que partió en cuatro y le provocó grandes brechas en la frente. Además, se clavó la cañerÃa en un ojo y dejó allà la mitad de sus púas.
Don Julián se sonaba las narices con su pegajosa boina, y es que tenÃa razón el médico: tantos porros de avecrem son malos para la nariz. Aún asà este hombre, tal vez por influencia de los comics de "MartÃnez el facha", decidió advertir a los niños que no era bueno beber ginebra a pelo. - Niños... niños... ¡niñoooos! Nada, los niños no le hacÃan ni puto caso. Al final, después de partirle la cara de una hostia a un niño que jugaba con una pelota todos los demás atendieron. - Joder, menos mal... ¿no veis que la ginebra sola es mala para el hÃgado? ¿No os han dicho vuestros padres que hay que mezclarla con algo, como la tónica? - ¿De verdad, don Julián? -dijo un niño después de pegar un fuerte sorbo a la botella de Gordons. - SÃ, y tengo unos burman-flash caducados y descongelados que pueden estar cojonudos con la ginebra, a ver si nos podemos montar un botellof de "gin flash". Todos los niños gritaron "¡Bien!" y "Viva don Julián".
Ana pasó por allà subida en su puta bicicleta sin sillÃn, pero Don Pimpón, que está siempre al acecho, le pegó un adoquinazo en la cabeza y la dejó K.O. el tiempo suficiente para consumar la violación, arrancándole a tiras el horroroso chándal que llevaba. Roberto, el hermano gitano de Ruth se llevó la bicicleta mientras Don Pimpón se clavaba a Ana.
Pero apareció el sargento Romerales por allÃ. Los niños escondieron las botellas de ginebra y apareció don Julián cargado de Burman Flashes. Romerales le dijo: - ¡Hostia, don Julián! Dame un burmanflás de esos, joder, que se nos jodió el aire acondicionado del coche patrulla y me aso, que ya llamó la pelma de la Cano medio histérica diciendo que un yonqui estaba asaltando su puta farmacia y que ya habÃa matado al plastazo del hijo mediano, el Guille de los cojones. Don Julián le dio dos burman. Los niños que aún no habÃan caÃdo al suelo cogieron con entusiasmo los flashes y los mezclaron con la ginebra. Una niña de unos siete años empezó a vomitar en los pies de don Julián, y éste reaccionó dándole una terrible patada a la niña, tan terrible que además de levantarla metro y medio del suelo le desfiguró el rostro, pero no dejó de vomitar boca arriba por ello, ahogándose en su propia pota. Cuando don Pimpón se aburrió de Ana fue a por el cadáver de la niña y decidió tener alguna práctica necrófila y pederasta a la vez. Era de las pocas cosas que no habÃa probado todavÃa.
Espinete seguÃa potando en el cuarto de baño, pero al terminar resbaló con sus meos de la semana anterior y se pegó la gran hostia contra el bidé, que partió en cuatro y le provocó grandes brechas en la frente. Además, se clavó la cañerÃa en un ojo y dejó allà la mitad de sus púas.
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