(foto enlazada de http://elortiba.galeon.com/korda.html)
Esta mañana he estado dando una vuelta por el centro de Madrid antes de ir a comer a un restaurante con la familia de mi novia.
En la plaza Mayor, los días festivos se pone mucha gente en puestos, por llamarlo de alguna manera pues en realidad no son más que mesas al antíguo estilo banquero medieval, a vender sellos, monedas y todo tipo de cosas pequeñas de otras épocas (incluidos restos, o presuntos restos, de pequeños artilugios y herramientas de la época romana).
Pensando en mi hermano Daniel, que vive en Brighton desde hace unos diez años, y ha venido estas navidades con sus dos hijos a Madrid después de varios años de ausencia, he comprado este billete del Che para regalárselo. En realidad es un regalo más emotivo que otra cosa pues no tiene casi valor material, que de eso se trata precisamente el tema.
En fin, supongo que lo llevará en su cartera, allá donde ahora habita un pequeño dibujo del archifamoso (y precioso) retrato fotográfico que realizo en su día el fotógrafo Alberto Díaz Gutiérrez y que se ha convertido, probablemente, en el más famoso retrato del siglo XX, capaz de inspirar y promover, como lo hiciera el de Dorian Gray, reacciones de muy diversa índole.
La verdad es, que tentado estoy de quedármelo de lo que me gusta, pero pensado con romanticismo y con el espíritu que me ha llevado ha adquirirlo, absurdo e injusto sería no regalárselo, carajo. Así, cuando en su día a día continue con sus investigaciones sobre el comportamiento psíquico de los chimpances en la universidad de Brighton, actividad que entre otras cosas le ha llevado ha recorrer los Zoos de media Europa, tendrá un aliciente más, para sobre la base de esos estudios, intentar empezar a dilucidar y comprender por qué coño somos tan gilipollas los seres humanos cuando hacemos las burradas (pobres burros , por cierto ) que hacemos.
Por cierto, al regresar a casa después de la comida, me he echado una siesta, pues estaba un pelín puesto, desde las 18:00 horas hasta las 20:00. Cuando me he despertado, después de tambalearme por la casa un rato, he echado por la vía superior todo el contenido de mi estómago por el retrete, que nada tiene que ver con retrato, a no ser que tome instantáneas de nuestros cuartos traseros.
En definitiva, no sé si por el vino y el pacharán o por algo en la comida indigesto, he empezado el año entrante como acabé el anterior, 2004: potando.
...y ésta es mi historia.
Siempre en nuestros corazones.
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