... aparecen nuevos datos sobre las tensas negociaciones para evitar la guerra (o por lo menos para "legalizarla" a los ojos de la ONU) y las piezas diplomáticas que movieron los distintos gobiernos.
En realidad no se puede hablar de negociación, sino que de la repugnante manipulación, principalmente de EUA, para obtener el respaldo que no obtuvo.
Aca va el artÃculo.
Las secretas gestiones de Lagos para evitar la guerra
Tony Blair le ofreció al Presidente Lagos viajar a Chile a pedir su apoyo para atacar a Saddam Hussein. La propuesta que el Mandatario chileno presentó a la ONU para dilatar el inicio de los bombardeos - desechada por EE.UU.- no fue escrita sólo por él, sino en coautorÃa con el Jefe de Inspectores en Irak, Hans Blix. Una dura conversación telefónica de Lagos con el Presidente de Francia, Jacques Chirac, provocó una protesta diplomática del paÃs galo. Episodios que se mantuvieron en reserva durante más de un año.
La tarde está asoleada en Londres el sábado 15 de marzo del 2003. Faltan seis dÃas para que llegue la primavera y cuatro para que empiece la guerra en Irak. Tony Blair se balancea en su sillón amarillo ubicado en uno de los pisos superiores de Downing Street 10. Escucha, desde lejos, la fanfarria de la Guardia Real. Y, aunque lo desafÃa un tumulto de cartas por leer y documentos por firmar, el Primer Ministro espera, impaciente, una llamada que se realizará desde 11 mil 649 kilómetros de distancia. Suena el teléfono. Al otro lado de la lÃnea, en Chile, el Presidente Lagos lo saluda en inglés...
- "¡Hola Ricardo!", le contesta Blair al Presidente de uno de los seis paÃses miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU que, durante las últimas semanas, se han debatido entre apoyar o no a EE.UU. para invadir Irak.
El premier sabe que podrÃa tratarse de la última conversación con Lagos antes de que se produzca el ataque. Al dÃa siguiente, el domingo 16, se reunirá en las Islas Azores con el Presidente de Estados Unidos, George Bush, y con el Presidente del Gobierno de España, José MarÃa Aznar. En aquella crucial cita, los tres aliados definirÃan el destino de Irak. Blair y Lagos saben que hay poco por hacer para aplazar la invasión.
- "SÃ, la propuesta de Chile es muy próxima a la del Reino Unido. Con más tiempo, todo esto podrÃa haber sido diferente", le dice Blair al Mandatario chileno. Pone su mano sobre el micrófono del teléfono para evitar que se cuelen los retumbantes acordes de música rock que escapan desde la pieza de su hijo Nicolás y sonrÃe levemente, tal como lo describe el periodista británico Peter Stothard -editor del Suplemento Literario de Times- en su libro "30 days".
El eje de la conversación entre Blair y Lagos era la declaración que Chile habÃa presentado al Consejo de Seguridad de la ONU el dÃa antes. AhÃ, se planteaban cinco metas clave que Saddam Hussein debÃa cumplir para demostrar que no poseÃa armas de destrucción masiva y otorgaba tres semanas de plazo a los inspectores de la ONU para verificarlo en Irak.
La idea recibió el rechazo de EE.UU. media hora después de que el Presidente la anunciara solemnemente en el salón Montt-Varas de La Moneda ante la prensa nacional e internacional.
El Primer Ministro pretendÃa jugar su última carta en Islas Azores, aunque sabÃa que el ataque a Irak ya era un hecho: persuadir a George W. Bush de aceptar la propuesta de Chile y, asÃ, lograr legitimar la invasión en Naciones Unidas a través del Consejo de Seguridad compuesto por 15 paÃses.
- "Estados Unidos no quiere que rompamos el compromiso. SÃ, nosotros podrÃamos hablarnos mañana. Tal vez haya una posibilidad Ãnfima de llegar a una posición satisfactoria. Queda poco tiempo, por lo que esto corre el riesgo de estar muy encima de la fecha. Yo trataré hasta el último minuto", le dice Blair a Lagos antes de colgar y estirar las piernas.
La oferta de Blair
El Presidente Lagos, durante las semanas que precedieron a la invasión a Irak, se hizo experto en "polÃtica exterior telefónica": las llamadas eran innumerables, y llegaban inesperadamente mientras se encontraba en Caleu, La Moneda o la Antártida. Sin duda, fue Inglaterra la que intentó de manera angustiosa persuadir a Chile. Lagos habló casi a diario durante la primera quincena de marzo con Blair.
El Primer Ministro, a como diera lugar, intentó que el Consejo de Seguridad respaldara el uso de la fuerza en Irak (la opinión pública británica rechazaba mayoritariamente los ataques y personeros de gobierno amenazaban con renunciar si no habÃa un respaldo de Naciones Unidas; pero él, ya tenÃa un compromiso de apoyo con EE.UU.). El gobierno de Bush, por otra parte, estaba cada vez menos dispuesto a esperar los votos de la ONU para acabar con Saddam Hussein.
Blair se encontraba desesperado: el sábado 8, cinco dÃas antes de que Chile señalara que no apoyarÃa los ataques, el Primer Ministro le dijo a Lagos que estaba preparado para hacer un viaje a Santiago para solicitar formalmente el apoyo de Chile en el Consejo. Tony Blair, sin embargo, no estaba dispuesto a arriesgarse: sólo pisarÃa Chile si Lagos le aseguraba que apoyarÃa la resolución de EE.UU., Inglaterra y España que se votarÃa en la ONU y que autorizaba el uso de la fuerza en Irak. No volverÃa humillado a Europa.
Pero Blair no sólo propuso su propia visita a Chile: el canciller británico, Jack Straw, también expresó su voluntad de viajar a Santiago, considerando su influencia personal después de permitir que el general (r) Pinochet volviera a Chile luego de 500 dÃas de arresto en Londres. Tal como lo solicitó La Moneda.
Pero ninguna de las visitas prosperó.
A Blair se le terminaba el tiempo, ya que EE.UU. habÃa rechazado su propuesta de aplazar la guerra para que "los seis del medio" se decidieran por dar su voto a favor en el Consejo. Los aliados ya habÃan realizado un ultimátum a Bagdad: amenazaron con que la invasión comenzarÃa el 17 de marzo.
Ése es el momento en que Chile, México, Angola, Camerún, Guinea y Pakistán deciden asumir un papel más protagónico en el Consejo:
En una reunión clave del grupo de indecisos, en el Beekman Hotel la mañana del domingo 9, se acordó presentar una estrategia conjunta que rompiera la contradicción al interior del Consejo y, en definitiva, que diera plazos más realistas a los inspectores de la ONU para que comprobaran la existencia de armas de destrucción masiva en Bagdad.
El texto, que empezó a circular secretamente entre "los seis", estaba elaborado por Chile. Pero sólo se presentarÃa formalmente a Naciones Unidas después de una clave - hasta ahora desconocida- conversación telefónica de Ricardo Lagos.
Durante la mañana del lunes 10 de marzo, el Presidente Lagos realizó un urgente llamado a Nueva York. QuerÃa darle una instrucción precisa al embajador de Chile en la ONU, Juan Gabriel Valdés: que lo contactara con el sueco Hans Blix, el Jefe de los Inspectores de Naciones Unidas en Irak.
Blix y Lagos al teléfono
Valdés se dirigió a uno de los pisos superiores del edificio de la ONU en Nueva York. Ahà lo esperaba Blix instalado en su oficina, listo para comunicarse con el Palacio de La Moneda en Santiago. A las 19.45 horas, se produjo el contacto telefónico con el Presidente Lagos.
Fue una conversación que duró casi una hora. Ahà Lagos, con el borrador de la propuesta de Chile entre sus manos, le consultó a Hans Blix si eran o no posibles las metas y los plazos que pretendÃa proponer en el Consejo.
"Era, claramente, un documento más 'realista' que el de los ingleses, excepto porque el tiempo permitido (para el trabajo de los inspectores de la ONU ) iba más allá de lo que EE.UU. estaba dispuesto a tolerar", señala el mismo Hans Blix en el libro "Desarmando Irak" que se acaba de publicar en Nueva York.
El Presidente Lagos se daba cuenta de que los plazos se cumplÃan e intentó tender puentes entre los dos bloques del Consejo de Seguridad de la mano de Hans Blix. Sin embargo, el Mandatario de Chile sabÃa que, a esas alturas, todo era inútil: George W. Bush no iba a aceptar ninguna propuesta que intentara dilatar los ataques a Irak.
Pero "los seis", pese a que sabÃan que el texto de Lagos está destinado al fracaso, en forma secreta se reunieron para apoyar la propuesta de Chile. Y es ahà cuando se desató uno de los episodios más complejos al interior del Consejo.
La noche del jueves 13 de marzo, horas antes de que se hiciera pública la iniciativa de Lagos y Blix, "los seis" recibieron el texto con la prohibición de que circulara. Sin embargo, a las 09.00 hrs. del viernes, el embajador de México ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser, se comunicó con Juan Gabriel Valdés para avisarle que EE.UU. ya tenÃa en su poder el texto de Chile. El representante de George W. Bush ante la ONU, John Negroponte, lo llamó para advertirle que "consideraban una agresión que se presentara esa propuesta, ya que pretendÃa aislar a Estados Unidos".
ParecÃa evidente. O el texto se filtró, o eran objeto de espionaje, un hecho que se habÃa denunciado a través del periódico británico "The Observer" a comienzos de marzo (ver recuadros).
A esas alturas Chile ya habÃa mostrado sus cartas. El Presidente Lagos le habÃa dicho "no" a George W. Bush el martes 11, en la última conversación telefónica que sostuvieron antes de los ataques a Irak. Fue larga, compleja. El Presidente de EE.UU. le pidió el voto favorable en la ONU, y el chileno intentó explicarle en detalle por qué rechazarÃa la propuesta de los aliados en contra de Bagdad. "Uff, usted no sabe lo dura que fue", le comentó Lagos horas más tarde a un personero de la CancillerÃa.
La guerra en Irak ya era cosa de horas. Lagos lo sabÃa, aunque tenÃa una mÃnima esperanza tras los contactos que sostuvo con Tony Blair antes de la crucial cita de Islas Azores (una alianza que EE.UU. siempre miró con desconfianza). Pero la suerte de Saddam estaba echada...
- "Lo siento mucho, Ricardo, la fanfarria habitual de la Guardia Real está por tocarse. Ése es el ruido que usted oye. No, nosotros no hemos lanzado todavÃa la música marcial", le dijo el Primer Ministro a Lagos durante esa tarde asoleada de Londres, el 15 de marzo del 2003. Faltaban seis dÃas para que empezara el otoño en Chile, y sólo 96 horas para que los primeros aviones aliados comenzaran a sobrevolar Bagdad...
Cómo se descubrió el espionaje a Chile
Marzo del 2003. Seis paÃses, todos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, urgentemente buscaban una fórmula de entendimiento para evitar la inminente invasión a Irak: Angola, Pakistán, Camerún, Guinea, México y Chile. Sin embargo, sus esfuerzos se vieron truncados por los métodos de espionaje empleados por los estadounidense.
Asà lo relata un año después, Adolfo Aguilar Zinser, ex embajador de México ante la ONU, quien reconstituye desde la capital de su paÃs los intrincados momentos que se vivieron por al interior del Consejo.
Los representantes de los "seis del medio" - como los denominó la prensa internacional por su indecisión- una noche sostuvieron una reunión en la ciudad de Nueva York. La idea, explica, era elaborar una fórmula de compromiso para extender el plazo de los inspectores de la ONU en Irak. Aunque no lo dice, en Chile se señala que se trató del encuentro en que se repartió - en forma secreta- la propuesta definitiva que el Presidente Lagos habÃa elaborado con Hans Blix.
"Los norteamericanos se enteraron de esa reunión al dÃa siguiente por la mañana, unas cuantas horas después. Y nos advirtieron que la fórmula de compromiso no era viable y que dejásemos de negociar. Y eso que nosotros no la habÃamos formulado, estábamos recién explorando si iba a ser aceptable para nuestras capitales", dice Aguilar Zinser.
Y agrega: "Cuando nosotros corroboramos en la práctica que hay información que fluye con demasiada rapidez a algunas de las misiones, en este caso a Estados Unidos, nos damos cuenta que hay mecanismos a través de los cuales la información se filtra, se comparte, o la información se capta por algún sistema de espionaje". Un hecho que se habÃa corroborado dÃas antes cuando el periódico británico "The Observer" reveló que la Agencia de Seguridad Norteamericana solicitaba ayuda a su contraparte de Inglaterra para espiar a paÃses indecisos del Consejo.
México y Chile nunca presentaron una denuncia formal ante la Casa Blanca (una de las razones, se dice acá, es que nunca se pudo saber con certeza quién estaba espiando). Los paÃses latinoamericanos fueron pragmáticos: conscientes a esas alturas de que no apoyarÃan la decisión de EE.UU. de invadir Irak, no quisieron profundizar el distanciamiento que ya existÃa con el gobierno de George W. Bush.
Aguilar Zinser, quien fuera removido del gobierno de Vicente Fox en noviembre pasado, tras declarar que México era "el patio trasero" de EE.UU., señala que siempre ha existido este tipo de prácticas en la ONU.
Sin embargo, aclara, otra cosa es quedarse con las manos cruzadas tras darse cuenta de las maniobras de persuasión. "En mi opinión, lo que hicimos, Chile y México, fue omitir una acción diplomática que debiera habernos llevado a defender la integridad de las Naciones Unidas. Porque más que la importancia de la información que ellos podrÃan haber podido tener de nosotros, está en juego la integridad de la ONU y la capacidad de la organización de poder llevar a cabo deliberaciones multilaterales en un ambiente de pleno respeto a la inmunidad diplomática y a la inviolabilidad de las comunicaciones".
El gobierno de Chile, tras la denuncia de "The Observer", reaccionó escuetamente y tratando de bajarle el perfil al tema. Esto, aunque tanto el embajador de Chile ante la ONU, Juan Gabriel Valdés, como el embajador de Chile en Inglaterra, Mariano Fernández, sà reconocieron el fisgoneo. Sin embargo, tal como reveló "El Mercurio" el 29 de febrero pasado, Chile rápidamente tomó medidas en Nueva York. La semana subsiguiente de conocerse el hecho, un equipo de investigadores llegó al 10º piso del 305 de East 47 Street, donde se ubica la misión diplomática de Chile. Ahà se estableció la intervención de los aparatos telefónicos de uso exclusivo del embajador Valdés, la existencia de aparatos unidireccionales instalados en edificios cercanos que captaban todas las conversaciones y la clonación de todos los correos electrónicos que eran enviados desde la embajada de Chile en la ONU.
La señorita "pistola"
Hasta el 2 de marzo de 2003, era una simple joven inglesa de 29 años que trabajaba como traductora en un lugar complejo: el Cuartel General de Comunicaciones Gubernamentales de Inglaterra (CGHQ).
Ese dÃa, el periódico británico "The Observer" reveló un memorándum de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. dirigido a su homólogo de Inglaterra. AhÃ, se solicitaba colaboración al gobierno de Tony Blair para espiar a los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, como parte de la batalla planteada por Washington para ganar votos a favor de la guerra contra Irak.
Katharine Gun (o pistola, en español) filtró la información.
La joven fue encarcelada en marzo, y, como era de prever, despedida de su empleo en la GCHQ. Fue acusada por el gobierno de Tony Blair por infringir el Acta de Secretos Oficiales, algo que incluso es castigado con cadena perpetua.
Recién en noviembre del 2003, empezó el juicio en la corte de Bow Street, de Londres (ahà mismo donde se realizaron en 1998 las primeras audiencias por el arresto de Pinochet). AhÃ, la "señorita pistola" declaró que filtró la información a "The Observer" para impedir una "guerra ilegal" en Irak. "Siempre he seguido a mi conciencia", dijo ella.
El 19 de enero, se le concedió la libertad bajo fianza. Y el martes 25 de febrero, la fiscalÃa del Reino Unido - en una decisión tan rara como sorpresiva- retiró los cargos en contra de Gun. Y ahora está libre.
Pero, sin duda, Katharine ya no es la misma que hace un año. Hasta el actor Sean Penn, el reciente ganador del Óscar, se ha transformado en uno de sus acérrimos defensores...
Duro diálogo entre Lagos y Chirac
No sólo eran los aliados de George W. Bush quienes realizaban contactos hacia Chile.
En febrero, el dÃa 27, cuando todavÃa la discusión en el Consejo de Seguridad no llegaba a su punto más álgido, Lagos recibió una llamada telefónica del Presidente de Francia. Jacques Chirac, lÃder de los paÃses que estaban contra los ataques a Bagdad, llamó a Santiago para pedir que Chile se abstuviera en la votación.
Francia, uno de los cinco paÃses que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sólo necesitaba usar su derecho a veto para que la propuesta de los aliados fracasara. En ese caso, no tendrÃa ninguna importancia el voto de los paÃses restantes; de los "no permanentes", como Chile.
Sin embargo, Chirac se contactó con La Moneda porque - hasta ese momento- no habÃa decidido si vetarÃa o no la propuesta de Bush. Al parecer, preferÃa evitarse tomar la decisión. Pero Lagos fue claro.
"Mire, Presidente, para mà abstenerme significa votar en contra de Estados Unidos; pero para usted abstenerse, y no usar su veto, significa votar a favor de Bush. El costo para mÃ, evidentemente, es más grande que para usted. Yo quiero saber, al revés, si Francia va a vetar o no", le dijo Lagos a Chirac.
Al dÃa siguiente, Francia manifestó su molestia en la Embajada de Chile ante la ONU por el tono utilizado por Lagos.
En realidad no se puede hablar de negociación, sino que de la repugnante manipulación, principalmente de EUA, para obtener el respaldo que no obtuvo.
Aca va el artÃculo.
Las secretas gestiones de Lagos para evitar la guerra
Tony Blair le ofreció al Presidente Lagos viajar a Chile a pedir su apoyo para atacar a Saddam Hussein. La propuesta que el Mandatario chileno presentó a la ONU para dilatar el inicio de los bombardeos - desechada por EE.UU.- no fue escrita sólo por él, sino en coautorÃa con el Jefe de Inspectores en Irak, Hans Blix. Una dura conversación telefónica de Lagos con el Presidente de Francia, Jacques Chirac, provocó una protesta diplomática del paÃs galo. Episodios que se mantuvieron en reserva durante más de un año.
La tarde está asoleada en Londres el sábado 15 de marzo del 2003. Faltan seis dÃas para que llegue la primavera y cuatro para que empiece la guerra en Irak. Tony Blair se balancea en su sillón amarillo ubicado en uno de los pisos superiores de Downing Street 10. Escucha, desde lejos, la fanfarria de la Guardia Real. Y, aunque lo desafÃa un tumulto de cartas por leer y documentos por firmar, el Primer Ministro espera, impaciente, una llamada que se realizará desde 11 mil 649 kilómetros de distancia. Suena el teléfono. Al otro lado de la lÃnea, en Chile, el Presidente Lagos lo saluda en inglés...
- "¡Hola Ricardo!", le contesta Blair al Presidente de uno de los seis paÃses miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU que, durante las últimas semanas, se han debatido entre apoyar o no a EE.UU. para invadir Irak.
El premier sabe que podrÃa tratarse de la última conversación con Lagos antes de que se produzca el ataque. Al dÃa siguiente, el domingo 16, se reunirá en las Islas Azores con el Presidente de Estados Unidos, George Bush, y con el Presidente del Gobierno de España, José MarÃa Aznar. En aquella crucial cita, los tres aliados definirÃan el destino de Irak. Blair y Lagos saben que hay poco por hacer para aplazar la invasión.
- "SÃ, la propuesta de Chile es muy próxima a la del Reino Unido. Con más tiempo, todo esto podrÃa haber sido diferente", le dice Blair al Mandatario chileno. Pone su mano sobre el micrófono del teléfono para evitar que se cuelen los retumbantes acordes de música rock que escapan desde la pieza de su hijo Nicolás y sonrÃe levemente, tal como lo describe el periodista británico Peter Stothard -editor del Suplemento Literario de Times- en su libro "30 days".
El eje de la conversación entre Blair y Lagos era la declaración que Chile habÃa presentado al Consejo de Seguridad de la ONU el dÃa antes. AhÃ, se planteaban cinco metas clave que Saddam Hussein debÃa cumplir para demostrar que no poseÃa armas de destrucción masiva y otorgaba tres semanas de plazo a los inspectores de la ONU para verificarlo en Irak.
La idea recibió el rechazo de EE.UU. media hora después de que el Presidente la anunciara solemnemente en el salón Montt-Varas de La Moneda ante la prensa nacional e internacional.
El Primer Ministro pretendÃa jugar su última carta en Islas Azores, aunque sabÃa que el ataque a Irak ya era un hecho: persuadir a George W. Bush de aceptar la propuesta de Chile y, asÃ, lograr legitimar la invasión en Naciones Unidas a través del Consejo de Seguridad compuesto por 15 paÃses.
- "Estados Unidos no quiere que rompamos el compromiso. SÃ, nosotros podrÃamos hablarnos mañana. Tal vez haya una posibilidad Ãnfima de llegar a una posición satisfactoria. Queda poco tiempo, por lo que esto corre el riesgo de estar muy encima de la fecha. Yo trataré hasta el último minuto", le dice Blair a Lagos antes de colgar y estirar las piernas.
La oferta de Blair
El Presidente Lagos, durante las semanas que precedieron a la invasión a Irak, se hizo experto en "polÃtica exterior telefónica": las llamadas eran innumerables, y llegaban inesperadamente mientras se encontraba en Caleu, La Moneda o la Antártida. Sin duda, fue Inglaterra la que intentó de manera angustiosa persuadir a Chile. Lagos habló casi a diario durante la primera quincena de marzo con Blair.
El Primer Ministro, a como diera lugar, intentó que el Consejo de Seguridad respaldara el uso de la fuerza en Irak (la opinión pública británica rechazaba mayoritariamente los ataques y personeros de gobierno amenazaban con renunciar si no habÃa un respaldo de Naciones Unidas; pero él, ya tenÃa un compromiso de apoyo con EE.UU.). El gobierno de Bush, por otra parte, estaba cada vez menos dispuesto a esperar los votos de la ONU para acabar con Saddam Hussein.
Blair se encontraba desesperado: el sábado 8, cinco dÃas antes de que Chile señalara que no apoyarÃa los ataques, el Primer Ministro le dijo a Lagos que estaba preparado para hacer un viaje a Santiago para solicitar formalmente el apoyo de Chile en el Consejo. Tony Blair, sin embargo, no estaba dispuesto a arriesgarse: sólo pisarÃa Chile si Lagos le aseguraba que apoyarÃa la resolución de EE.UU., Inglaterra y España que se votarÃa en la ONU y que autorizaba el uso de la fuerza en Irak. No volverÃa humillado a Europa.
Pero Blair no sólo propuso su propia visita a Chile: el canciller británico, Jack Straw, también expresó su voluntad de viajar a Santiago, considerando su influencia personal después de permitir que el general (r) Pinochet volviera a Chile luego de 500 dÃas de arresto en Londres. Tal como lo solicitó La Moneda.
Pero ninguna de las visitas prosperó.
A Blair se le terminaba el tiempo, ya que EE.UU. habÃa rechazado su propuesta de aplazar la guerra para que "los seis del medio" se decidieran por dar su voto a favor en el Consejo. Los aliados ya habÃan realizado un ultimátum a Bagdad: amenazaron con que la invasión comenzarÃa el 17 de marzo.
Ése es el momento en que Chile, México, Angola, Camerún, Guinea y Pakistán deciden asumir un papel más protagónico en el Consejo:
En una reunión clave del grupo de indecisos, en el Beekman Hotel la mañana del domingo 9, se acordó presentar una estrategia conjunta que rompiera la contradicción al interior del Consejo y, en definitiva, que diera plazos más realistas a los inspectores de la ONU para que comprobaran la existencia de armas de destrucción masiva en Bagdad.
El texto, que empezó a circular secretamente entre "los seis", estaba elaborado por Chile. Pero sólo se presentarÃa formalmente a Naciones Unidas después de una clave - hasta ahora desconocida- conversación telefónica de Ricardo Lagos.
Durante la mañana del lunes 10 de marzo, el Presidente Lagos realizó un urgente llamado a Nueva York. QuerÃa darle una instrucción precisa al embajador de Chile en la ONU, Juan Gabriel Valdés: que lo contactara con el sueco Hans Blix, el Jefe de los Inspectores de Naciones Unidas en Irak.
Blix y Lagos al teléfono
Valdés se dirigió a uno de los pisos superiores del edificio de la ONU en Nueva York. Ahà lo esperaba Blix instalado en su oficina, listo para comunicarse con el Palacio de La Moneda en Santiago. A las 19.45 horas, se produjo el contacto telefónico con el Presidente Lagos.
Fue una conversación que duró casi una hora. Ahà Lagos, con el borrador de la propuesta de Chile entre sus manos, le consultó a Hans Blix si eran o no posibles las metas y los plazos que pretendÃa proponer en el Consejo.
"Era, claramente, un documento más 'realista' que el de los ingleses, excepto porque el tiempo permitido (para el trabajo de los inspectores de la ONU ) iba más allá de lo que EE.UU. estaba dispuesto a tolerar", señala el mismo Hans Blix en el libro "Desarmando Irak" que se acaba de publicar en Nueva York.
El Presidente Lagos se daba cuenta de que los plazos se cumplÃan e intentó tender puentes entre los dos bloques del Consejo de Seguridad de la mano de Hans Blix. Sin embargo, el Mandatario de Chile sabÃa que, a esas alturas, todo era inútil: George W. Bush no iba a aceptar ninguna propuesta que intentara dilatar los ataques a Irak.
Pero "los seis", pese a que sabÃan que el texto de Lagos está destinado al fracaso, en forma secreta se reunieron para apoyar la propuesta de Chile. Y es ahà cuando se desató uno de los episodios más complejos al interior del Consejo.
La noche del jueves 13 de marzo, horas antes de que se hiciera pública la iniciativa de Lagos y Blix, "los seis" recibieron el texto con la prohibición de que circulara. Sin embargo, a las 09.00 hrs. del viernes, el embajador de México ante la ONU, Adolfo Aguilar Zinser, se comunicó con Juan Gabriel Valdés para avisarle que EE.UU. ya tenÃa en su poder el texto de Chile. El representante de George W. Bush ante la ONU, John Negroponte, lo llamó para advertirle que "consideraban una agresión que se presentara esa propuesta, ya que pretendÃa aislar a Estados Unidos".
ParecÃa evidente. O el texto se filtró, o eran objeto de espionaje, un hecho que se habÃa denunciado a través del periódico británico "The Observer" a comienzos de marzo (ver recuadros).
A esas alturas Chile ya habÃa mostrado sus cartas. El Presidente Lagos le habÃa dicho "no" a George W. Bush el martes 11, en la última conversación telefónica que sostuvieron antes de los ataques a Irak. Fue larga, compleja. El Presidente de EE.UU. le pidió el voto favorable en la ONU, y el chileno intentó explicarle en detalle por qué rechazarÃa la propuesta de los aliados en contra de Bagdad. "Uff, usted no sabe lo dura que fue", le comentó Lagos horas más tarde a un personero de la CancillerÃa.
La guerra en Irak ya era cosa de horas. Lagos lo sabÃa, aunque tenÃa una mÃnima esperanza tras los contactos que sostuvo con Tony Blair antes de la crucial cita de Islas Azores (una alianza que EE.UU. siempre miró con desconfianza). Pero la suerte de Saddam estaba echada...
- "Lo siento mucho, Ricardo, la fanfarria habitual de la Guardia Real está por tocarse. Ése es el ruido que usted oye. No, nosotros no hemos lanzado todavÃa la música marcial", le dijo el Primer Ministro a Lagos durante esa tarde asoleada de Londres, el 15 de marzo del 2003. Faltaban seis dÃas para que empezara el otoño en Chile, y sólo 96 horas para que los primeros aviones aliados comenzaran a sobrevolar Bagdad...
Cómo se descubrió el espionaje a Chile
Marzo del 2003. Seis paÃses, todos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, urgentemente buscaban una fórmula de entendimiento para evitar la inminente invasión a Irak: Angola, Pakistán, Camerún, Guinea, México y Chile. Sin embargo, sus esfuerzos se vieron truncados por los métodos de espionaje empleados por los estadounidense.
Asà lo relata un año después, Adolfo Aguilar Zinser, ex embajador de México ante la ONU, quien reconstituye desde la capital de su paÃs los intrincados momentos que se vivieron por al interior del Consejo.
Los representantes de los "seis del medio" - como los denominó la prensa internacional por su indecisión- una noche sostuvieron una reunión en la ciudad de Nueva York. La idea, explica, era elaborar una fórmula de compromiso para extender el plazo de los inspectores de la ONU en Irak. Aunque no lo dice, en Chile se señala que se trató del encuentro en que se repartió - en forma secreta- la propuesta definitiva que el Presidente Lagos habÃa elaborado con Hans Blix.
"Los norteamericanos se enteraron de esa reunión al dÃa siguiente por la mañana, unas cuantas horas después. Y nos advirtieron que la fórmula de compromiso no era viable y que dejásemos de negociar. Y eso que nosotros no la habÃamos formulado, estábamos recién explorando si iba a ser aceptable para nuestras capitales", dice Aguilar Zinser.
Y agrega: "Cuando nosotros corroboramos en la práctica que hay información que fluye con demasiada rapidez a algunas de las misiones, en este caso a Estados Unidos, nos damos cuenta que hay mecanismos a través de los cuales la información se filtra, se comparte, o la información se capta por algún sistema de espionaje". Un hecho que se habÃa corroborado dÃas antes cuando el periódico británico "The Observer" reveló que la Agencia de Seguridad Norteamericana solicitaba ayuda a su contraparte de Inglaterra para espiar a paÃses indecisos del Consejo.
México y Chile nunca presentaron una denuncia formal ante la Casa Blanca (una de las razones, se dice acá, es que nunca se pudo saber con certeza quién estaba espiando). Los paÃses latinoamericanos fueron pragmáticos: conscientes a esas alturas de que no apoyarÃan la decisión de EE.UU. de invadir Irak, no quisieron profundizar el distanciamiento que ya existÃa con el gobierno de George W. Bush.
Aguilar Zinser, quien fuera removido del gobierno de Vicente Fox en noviembre pasado, tras declarar que México era "el patio trasero" de EE.UU., señala que siempre ha existido este tipo de prácticas en la ONU.
Sin embargo, aclara, otra cosa es quedarse con las manos cruzadas tras darse cuenta de las maniobras de persuasión. "En mi opinión, lo que hicimos, Chile y México, fue omitir una acción diplomática que debiera habernos llevado a defender la integridad de las Naciones Unidas. Porque más que la importancia de la información que ellos podrÃan haber podido tener de nosotros, está en juego la integridad de la ONU y la capacidad de la organización de poder llevar a cabo deliberaciones multilaterales en un ambiente de pleno respeto a la inmunidad diplomática y a la inviolabilidad de las comunicaciones".
El gobierno de Chile, tras la denuncia de "The Observer", reaccionó escuetamente y tratando de bajarle el perfil al tema. Esto, aunque tanto el embajador de Chile ante la ONU, Juan Gabriel Valdés, como el embajador de Chile en Inglaterra, Mariano Fernández, sà reconocieron el fisgoneo. Sin embargo, tal como reveló "El Mercurio" el 29 de febrero pasado, Chile rápidamente tomó medidas en Nueva York. La semana subsiguiente de conocerse el hecho, un equipo de investigadores llegó al 10º piso del 305 de East 47 Street, donde se ubica la misión diplomática de Chile. Ahà se estableció la intervención de los aparatos telefónicos de uso exclusivo del embajador Valdés, la existencia de aparatos unidireccionales instalados en edificios cercanos que captaban todas las conversaciones y la clonación de todos los correos electrónicos que eran enviados desde la embajada de Chile en la ONU.
La señorita "pistola"
Hasta el 2 de marzo de 2003, era una simple joven inglesa de 29 años que trabajaba como traductora en un lugar complejo: el Cuartel General de Comunicaciones Gubernamentales de Inglaterra (CGHQ).
Ese dÃa, el periódico británico "The Observer" reveló un memorándum de la Agencia de Seguridad Nacional de EE.UU. dirigido a su homólogo de Inglaterra. AhÃ, se solicitaba colaboración al gobierno de Tony Blair para espiar a los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, como parte de la batalla planteada por Washington para ganar votos a favor de la guerra contra Irak.
Katharine Gun (o pistola, en español) filtró la información.
La joven fue encarcelada en marzo, y, como era de prever, despedida de su empleo en la GCHQ. Fue acusada por el gobierno de Tony Blair por infringir el Acta de Secretos Oficiales, algo que incluso es castigado con cadena perpetua.
Recién en noviembre del 2003, empezó el juicio en la corte de Bow Street, de Londres (ahà mismo donde se realizaron en 1998 las primeras audiencias por el arresto de Pinochet). AhÃ, la "señorita pistola" declaró que filtró la información a "The Observer" para impedir una "guerra ilegal" en Irak. "Siempre he seguido a mi conciencia", dijo ella.
El 19 de enero, se le concedió la libertad bajo fianza. Y el martes 25 de febrero, la fiscalÃa del Reino Unido - en una decisión tan rara como sorpresiva- retiró los cargos en contra de Gun. Y ahora está libre.
Pero, sin duda, Katharine ya no es la misma que hace un año. Hasta el actor Sean Penn, el reciente ganador del Óscar, se ha transformado en uno de sus acérrimos defensores...
Duro diálogo entre Lagos y Chirac
No sólo eran los aliados de George W. Bush quienes realizaban contactos hacia Chile.
En febrero, el dÃa 27, cuando todavÃa la discusión en el Consejo de Seguridad no llegaba a su punto más álgido, Lagos recibió una llamada telefónica del Presidente de Francia. Jacques Chirac, lÃder de los paÃses que estaban contra los ataques a Bagdad, llamó a Santiago para pedir que Chile se abstuviera en la votación.
Francia, uno de los cinco paÃses que son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sólo necesitaba usar su derecho a veto para que la propuesta de los aliados fracasara. En ese caso, no tendrÃa ninguna importancia el voto de los paÃses restantes; de los "no permanentes", como Chile.
Sin embargo, Chirac se contactó con La Moneda porque - hasta ese momento- no habÃa decidido si vetarÃa o no la propuesta de Bush. Al parecer, preferÃa evitarse tomar la decisión. Pero Lagos fue claro.
"Mire, Presidente, para mà abstenerme significa votar en contra de Estados Unidos; pero para usted abstenerse, y no usar su veto, significa votar a favor de Bush. El costo para mÃ, evidentemente, es más grande que para usted. Yo quiero saber, al revés, si Francia va a vetar o no", le dijo Lagos a Chirac.
Al dÃa siguiente, Francia manifestó su molestia en la Embajada de Chile ante la ONU por el tono utilizado por Lagos.
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