A cuento de la interesante discusion colonizadora que se dio en este foro hace unos dias (Anglos vs hispanos, ya saben), miren lo que piensan los offsprings de unos de los offsprings de otros:
(sacado del ei bi si de hoy, seccion intenacional)
Me parece sencillamente increible. De mas esta decir que el pais que quiere este señor no es el pais que yo quiero, respeto y admiro. El que yo aprendi a querer, respetar y admirar es precisamente el que no quiere este señor.
PS. Nos meten en un mismo saco con los franceses. Para mi es un orgullo. I mean it
El «choque de civilizaciones» salpica a la comunidad hispana de Estados Unidos
Samuel Huntington, celebre profesor de Harvard, argumenta que la identidad de EE.UU. se ve amenazada por el continuo flujo de inmigrantes iberoamericanos
Entre el exhibicionismo mamario de Janet Jackson, el espeluznante evangelio según Mel Gibson, las contenciosas bodas de homosexuales y la interminable guerra de Vietnam, Estados Unidos no tiene problemas para encontrar divisivas cuñas socio-culturales con las que encender sus altos hornos electorales. En este terreno tan propicio para la cizaña, el último cargamento de abono intelectual viene rubricado por el profesor de Harvard, Samuel Huntington, conocido en todo el mundo por su libro «El Choque de Civilizaciones» en el que ocho años antes del 11-S planteó un futuro de conflictos inspirados no tanto por ideología, nacionalismo o lucha de clases sino por cuestiones culturales.
El eminente académico publicará esta primavera un documentado análisis sobre los inminentes peligros y graves amenazas que se ciernen sobre los valores anglo-protestantes encarnados en la mitología nacional del «sueño americano». Y a tenor del avance publicado en el último número de la revista «Foreign Policy», los malos de esta película de miedo sociológico a corto plazo son lo inmigrantes hispanos que amenaza con desunir a EE.UU.
Pero en los tiempos que corren de multiculturalismo, corrección política y a la sombra del cartel de «se habla español» cada vez más prevalente en la vida cotidiana de los estadounidenses, las advertencias y tesis de Samuel Huntington están provocando una espectacular polémica de costa a costa sin tan si quiera esperar a que el anticipado «Who are we?» llegue a las librerías. Una tormenta a derecha e izquierda donde los rayos, truenos y centellas son acusaciones de racismo, xenofobia, y elitismo bostoniano.
En contraste con otros maleables flujos migratorios, la controvertida tesis de este célebre profesor de Harvard insiste en que la comunidad hispana encabezada sobre todo por mexicanos se resiste a amalgamarse en el crisol cultural de EE.UU., formando sus propios enclaves políticos y lingüísticos. Ante este supuesto rechazo a los valores anglo-protestantes que sustentan EE.UU. Huntington vaticina una fractura nacional en dos pueblos, dos culturas y dos lenguajes que amenaza con degenerar en un separatismo hispanohablante al norte del Río Grande.
A juicio de Samuel Huntington, la amenazada identidad anglo-protestante se cimienta en pilares como la preeminencia lingüística del inglés, el compromiso religioso protestante, el imperio de la ley dentro en la tradición del derecho consuetudinario, el individualismo, la ética del trabajo y una generosa dosis de excepcionalismo. Según el profesor, si EE.UU. hubiera sido colonizado durante los siglos XVII y XVIII por católicos franceses, españoles o portugueses, el disfuncional resultado hubiera sido una repetición de Québec, México o Brasil.
Para explicar la amenaza que suponen los inmigrantes hispanos para EE.UU., este antiguo «halcón» de la Administración Carter enumera seis factores: proximidad (ningún país desarrollado comparte más de 3.000 kilómetros de frontera con «un país del Tercer Mundo como México»); escala (la inmigración mexicana se ha disparado); ilegalidad (un 70 por ciento de los «sin papeles» son mexicanos); concentración regional (impide su asimilación); persistencia (el subdesarrollo de México no aventura un final para estas tendencias); presencia histórica (ningún otro grupo puede reclamar derechos históricos sobre una parte del territorio de EE.UU.).
Ante este cúmulo de presiones, desde su atalaya de Harvard, Huntington advierte que EE.UU. va camino de convertirse en una especie de Canadá o Bélgica, «lo que no necesariamente será el final del mundo aunque sí será el final del país que hemos conocido durante más de tres siglos. EE.UU. no debe permitir que ese cambio ocurra a menos que esté convencido de que esa nueva nación vaya a ser mejor».
Samuel Huntington, celebre profesor de Harvard, argumenta que la identidad de EE.UU. se ve amenazada por el continuo flujo de inmigrantes iberoamericanos
Entre el exhibicionismo mamario de Janet Jackson, el espeluznante evangelio según Mel Gibson, las contenciosas bodas de homosexuales y la interminable guerra de Vietnam, Estados Unidos no tiene problemas para encontrar divisivas cuñas socio-culturales con las que encender sus altos hornos electorales. En este terreno tan propicio para la cizaña, el último cargamento de abono intelectual viene rubricado por el profesor de Harvard, Samuel Huntington, conocido en todo el mundo por su libro «El Choque de Civilizaciones» en el que ocho años antes del 11-S planteó un futuro de conflictos inspirados no tanto por ideología, nacionalismo o lucha de clases sino por cuestiones culturales.
El eminente académico publicará esta primavera un documentado análisis sobre los inminentes peligros y graves amenazas que se ciernen sobre los valores anglo-protestantes encarnados en la mitología nacional del «sueño americano». Y a tenor del avance publicado en el último número de la revista «Foreign Policy», los malos de esta película de miedo sociológico a corto plazo son lo inmigrantes hispanos que amenaza con desunir a EE.UU.
Pero en los tiempos que corren de multiculturalismo, corrección política y a la sombra del cartel de «se habla español» cada vez más prevalente en la vida cotidiana de los estadounidenses, las advertencias y tesis de Samuel Huntington están provocando una espectacular polémica de costa a costa sin tan si quiera esperar a que el anticipado «Who are we?» llegue a las librerías. Una tormenta a derecha e izquierda donde los rayos, truenos y centellas son acusaciones de racismo, xenofobia, y elitismo bostoniano.
En contraste con otros maleables flujos migratorios, la controvertida tesis de este célebre profesor de Harvard insiste en que la comunidad hispana encabezada sobre todo por mexicanos se resiste a amalgamarse en el crisol cultural de EE.UU., formando sus propios enclaves políticos y lingüísticos. Ante este supuesto rechazo a los valores anglo-protestantes que sustentan EE.UU. Huntington vaticina una fractura nacional en dos pueblos, dos culturas y dos lenguajes que amenaza con degenerar en un separatismo hispanohablante al norte del Río Grande.
A juicio de Samuel Huntington, la amenazada identidad anglo-protestante se cimienta en pilares como la preeminencia lingüística del inglés, el compromiso religioso protestante, el imperio de la ley dentro en la tradición del derecho consuetudinario, el individualismo, la ética del trabajo y una generosa dosis de excepcionalismo. Según el profesor, si EE.UU. hubiera sido colonizado durante los siglos XVII y XVIII por católicos franceses, españoles o portugueses, el disfuncional resultado hubiera sido una repetición de Québec, México o Brasil.
Para explicar la amenaza que suponen los inmigrantes hispanos para EE.UU., este antiguo «halcón» de la Administración Carter enumera seis factores: proximidad (ningún país desarrollado comparte más de 3.000 kilómetros de frontera con «un país del Tercer Mundo como México»); escala (la inmigración mexicana se ha disparado); ilegalidad (un 70 por ciento de los «sin papeles» son mexicanos); concentración regional (impide su asimilación); persistencia (el subdesarrollo de México no aventura un final para estas tendencias); presencia histórica (ningún otro grupo puede reclamar derechos históricos sobre una parte del territorio de EE.UU.).
Ante este cúmulo de presiones, desde su atalaya de Harvard, Huntington advierte que EE.UU. va camino de convertirse en una especie de Canadá o Bélgica, «lo que no necesariamente será el final del mundo aunque sí será el final del país que hemos conocido durante más de tres siglos. EE.UU. no debe permitir que ese cambio ocurra a menos que esté convencido de que esa nueva nación vaya a ser mejor».
Me parece sencillamente increible. De mas esta decir que el pais que quiere este señor no es el pais que yo quiero, respeto y admiro. El que yo aprendi a querer, respetar y admirar es precisamente el que no quiere este señor.
PS. Nos meten en un mismo saco con los franceses. Para mi es un orgullo. I mean it
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