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Centenario en la civ chilena

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  • Centenario en la civ chilena

    LLAMA EL OCÉANO
    No voy al mar en este ancho verano
    cubierto de calor, no voy más lejos
    de los muros, las puertas y las grietas
    que circundan las vidas y mi vida.

    En qué distancia, frente a cuál ventana,
    en qué estación de trenes
    dejé olvidado el mar y allí quedamos,
    yo dando las espaldas a lo que amo
    mientras allá seguía la batalla
    de blanco y verde y piedra y centelleo.

    Así fue, así parece que así fue:
    cambian las vidas, y el que va muriendo
    no sabe que esa parte de la vida,
    esa nota mayor, esa abundancia
    de cólera y fulgor quedaron lejos,
    te fueron ciegamente cercenadas.

    No, yo me niego al mar desconocido,
    muerto, rodeado de ciudades tristes,
    mar cuyas olas no saben matar,
    ni cargarse de sal y de sonido:
    Yo quiero el mío mar, la artillería
    del océano golpeando las orillas,
    aquel derrumbe insigne de turquesas,
    la espuma donde muere el poderío.

    No salgo al mar este verano: estoy
    encerrado, enterrado, y a lo largo
    del túnel que me lleva prisionero
    oigo remotamente un trueno verde,
    un cataclismo de botellas rotas,
    un susurro de sal y de agonía.

    Es el libertador. Es el océano,
    lejos, allá, en mi patria, que me espera.

    - Pablo Neruda
    El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
    - Eleanor Roosevelt

  • #2
    ODA A LA POBREZA

    Cuando nací,
    pobreza,
    me seguiste,
    me mirabas
    a través
    de las tablas podridas
    por el profundo invierno.
    De pronto
    eran tus ojos
    los que miraban desde los agujeros.
    Las goteras,
    de noche, repetían
    tu nombre y tu apellido
    o a veces
    el salto quebrado, el traje roto,
    los zapatos abiertos,
    me advertían.
    Allí estabas
    acechándome
    tus dientes de carcoma,
    tus ojos de pantano,
    tu lengua gris
    que corta
    la ropa, la madera,
    los huesos y la sangre,
    allí estabas
    buscándome,
    siguiéndome,
    desde mi nacimiento
    por las calles.

    Cuando alquilé una pieza
    pequeña, en los suburbios,
    sentada en una silla
    me esperabas,
    o al descorrer las sábanas
    en un hotel oscuro,
    adolescente,
    no encontré la fragancia
    de la rosa desnuda,
    sino el silbido frío
    de tu boca.
    Pobreza,
    me seguiste
    por los cuarteles y los hospitales,
    por la paz y la guerra.
    Cuando enfermé tocaron
    a la puerta:
    no era el doctor, entraba
    otra vez la pobreza.
    Te vi sacar mis muebles
    a la calle:
    los hombres
    los dejaban caer como pedradas.
    Tú, con amor horrible,
    de un montón de abandono
    en medio de la calle y de la lluvia
    ibas haciendo
    un trono desdentado
    y mirando a los pobres
    recogías
    mi último plato haciéndolo diadema.
    Ahora,
    pobreza,
    yo te sigo.
    Como fuiste implacable,
    soy implacable.
    Junto
    a cada pobre
    me encontrarás cantando,
    bajo
    cada sábana
    de hospital imposible
    encontrarás mi canto.
    Te sigo,
    pobreza,
    te vigilo,
    te acerco,
    te disparo,
    te aislo,
    te cerceno las uñas,
    te rompo
    los dientes que te quedan.
    Estoy
    en todas partes:
    en el océano con los pescadores,
    en la mina
    los hombres
    al limpiarse la frente,
    secarse el sudor negro,
    encuentran
    mis poemas.
    Yo salgo cada día
    con la obrera textil.
    Tengo las manos blancas
    de dar pan en las panaderías.
    Donde vayas,
    pobreza,
    mi canto
    está cantando,
    mi vida
    está viviendo,
    mi sangre
    está luchando.
    Derrotaré
    tus pálidas banderas
    en donde se levanten.
    Otros poetas
    antaño te llamaron
    santa,
    veneraron tu capa,
    se alimentaron de humo
    y desaparecieron.
    Yo te desafío,
    con duros versos te golpeo el rostro,
    te embarco y te destierro.
    Yo con otros,
    con otros, muchos otros,
    te vamos expulsando
    de la tierra a la luna
    para que allí te quedes
    fría y encarcelada
    mirando con un ojo
    el pan y los racimos
    que cubrirá la tierra
    de mañana.

    Pablo Neruda

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    • #3
      ODA A PABLO NERUDA

      Viniste a mí como un
      rápido corcel. Me traías
      uñas duras y doradas,
      uvas secas e
      invisibles.
      Eras enredadera en
      tu pelo, te mezclaste
      árbol, te volviste
      oro, alma te tornaste
      en mi alma.

      Ahora eres la rosa
      de hoy en el anuncio.
      Luego fuiste la voz
      seca del roble
      endurecido.
      De nuevo eres la
      luz y la luz
      esclarecida.

      Tú eras canto en el
      mundo ofrendado. Tú
      eras pan y piedra
      agujereado. Eras
      fresco, innumerable,
      escribiendo en el
      corazón, en el
      pájaro, en el
      agua rugosa.

      A ti, enjambre
      nunca entendido, a
      ti padre Vegetal,
      a ti semilla
      germinada,
      yo canto,
      yo árbol,
      yo cielo.

      En ti la muerte es
      piedra recostada
      en la vertiente,
      canto puro, tornasolado
      llanto, hoja mojada
      en el río perpetuado.
      La voz del viento era
      dulce en tus oídos.
      El mar en olas te
      traía a diario geranios
      en su boca,
      las moras florecían
      en árboles cuando
      tú las nombrabas.

      Empero la vida,
      la luz y las corrientes,
      no te hacían feliz.
      Luchabas en tu
      patria, o patria,
      volvías hacia ella la
      sangre, acercabas
      tu mejilla a su
      alma, a su nombre
      de nieve.
      Querías dormir en su
      substancia, querías
      mudar de sombra.
      Escoge las flores duras
      del nitrato.
      Hila el estambre
      glacial de la campana,
      teje tu ramo
      a la belleza.

      Eran los ríos, ríos
      arteriales, humedad,
      espesura y trueno.
      El viento no te
      olvidará, ni el
      silencio cubrirá
      tu rostro.
      América, amor
      américa te llenó
      de frutos, te dará
      la cosecha, el trigo,
      la espada y empuñadura.
      Tu nombre está
      escrito en las secas
      arterias de tu América.

      Si solamente escondieras
      tu armadura,
      si solamente callaras
      tu boca ante el
      sonido de la flecha,
      no habría ni Pablo,
      ni canto, ni verso,
      ni esperanza.

      Como un fantasma
      desencadenado, como
      una huella en la
      orilla, como
      presencia pura extendida
      al mar,
      serás toda la
      vida,
      costa,
      lluvia,
      relámpago
      esperanza.

      Te cansabas de
      ser hombre en las
      camisas,
      la sangre chorreaba
      por sus puños
      y llorabas.
      Reías al son
      de la guitarra.
      No, no duermes
      todavía.
      No, no sueñes
      victoria,
      esconde tus puñales,
      muerte,
      nada podrás contra
      la roca
      despejada.
      Pura poesía,
      aladak
      húmeda.

      Durmiendo en
      cenizas apagadas
      eras ciudad en
      los cerros de la
      noche de hojas,
      no detuviste el
      mar en tu agonía,
      dormías bajo el
      bosque de las
      hojas verdes,
      a la estrella de
      la eternidad.

      A veces pregunto,
      ¿cómo te llamas?
      ¿fundaste tu
      piedra en la
      lágrima, o en
      la madera,
      o en la abeja,
      o en la piedra
      misma?
      ¿Fundaste tus
      libros en tu
      alma, en tu
      corazón, o sentiste
      estremecerte ante
      el influjo del
      llanto?

      Tú, americano de
      las torres altar,
      tú, americano
      de la muerte
      oscura, tú
      americano,
      de la puerta
      eterna.

      En el canto
      que edificaste
      a los pétalos,
      en el canto
      edificado a las
      puertas de Varsovia,
      el fuego, el
      árbol, viven en
      tu alma de
      nogales.
      Devuélvete la
      torre, abre tu
      corazón ya tan
      abierto,
      y renuévate
      al nido de tu
      luz sagrada.

      Era en ti España
      dulce consuelo.
      ¿A quién pudiste llamar
      sino
      a su boca?
      ¿a quién imploraste
      sino a su sangre
      clara?
      ¿a quién le
      pediste si no
      a sus labios?

      (Fragmento - Rodrigo Machado)

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      • #4
        ODA A PABLO NERUDA

        De negro ausente, flota encerrado
        entre círculo y óvalo
        meridiano, el pez
        de la flecha
        sin frontera.

        Plasmaste la piedra en rebelión
        sobre la palma del minero,
        ofertando tus panes
        en los altares humanos.
        La procesión te vio salir
        por esta puerta.
        llevándote en las manos del día
        la azul verdosa espuma de hojalata,
        quimérica nostalgia
        de los pinos.


        Consigo su nervio, cuerpo
        de árbol violentado
        por el amor en flama que exige
        hasta las células.

        ¡ Ay Pablo, que dolor...!
        Invítame a reunirme
        en el taller de la marea,
        oración del yunque donde
        rindió palabras y martillo
        otro Vulcano...

        Terminó el peregrinaje, vuelvo
        a veredas y baldosas
        gotendo sebo,
        derretido en arrugas y pábilos
        seniles, pensando ...
        ¡Pablo, como pudiste...!

        El pez orbital de la palabra
        no muere, espera.
        Porque quizás de la tierra
        y el estiércol, de la lluvia,
        del vientre enamorado
        o simplemente de la nada abortarán
        Pedro, Lucas, Juan,
        también quizás
        un
        Judaspoeta.

        Aunque ya no serán doce;
        Pablo Apóstol de Isla Negra
        ha
        nerudiado.


        Marcelo Luna.

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        • #5
          El jefe ha hecho doble post, y encima cuando vi el titulo lo primero que lei asi a primera vista fue "Odio a Pablo Neruda"...

          Comment


          • #6


            No es un doble post, son dos poemas con el mismo nombre, uno de un cubano y otro de un argento

            Comment


            • #7
              Ops!


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              • #8
                Te está bien empleado por no leer los poemas
                "Son españoles... los que no pueden ser otra cosa" (Cánovas del Castillo)
                "España es un problema, Europa su solución" (Ortega y Gasset)
                The Spanish Civilization Site
                "Déjate llevar por la complejidad y cabalga sobre ella" - Niessuh, sabio cívico

                Comment


                • #9
                  AMO, Valparaíso, cuanto encierras,
                  y cuanto irradias, novia del océano,
                  hasta más lejos de tu nimbo sordo.
                  Amo la luz violeta con que acudes
                  al marinero en la noche del mar,
                  y entonces eres -rosa de azahares-
                  luminosa y desnuda, fuego y niebla.
                  Que nadie venga con un martillo turbio
                  a golpear lo que amo, a defenderte:
                  nadie sino mi ser por tus secretos:
                  nadie sino mi voz por tus abiertas
                  hileras de rocío, por tus escalones
                  en donde la maternidad salobre
                  del mar te besa, nadie sino mis labios
                  en tu corona fría de sirena,
                  elevada en el aire de la altura,
                  oceánico amor, Valparaíso,
                  reina de todas las costas del mundo,
                  verdadera central de olas y barcos,
                  eres en mí como la luna o como
                  la dirección del aire en la arboleda.
                  Amo tus criminales callejones,
                  tu luna de puñal sobre los cerros,
                  y entre tus plazas la marinería
                  revistiendo de azul la primavera.

                  Que se entienda, te pido, puerto mío,
                  que yo tengo derecho
                  a escribirte lo bueno y lo malvado
                  y soy como las lámparas amargas
                  cuando iluminan las botellas rotas.
                  El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
                  - Eleanor Roosevelt

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                  • #10
                    Esta se la dedico a los chilenos libremercaderes y neoliberales actuales:

                    Aquí me quedo (Neruda, versión de Victor Jara)

                    Yo no quiero la Patria dividida
                    ni por siete cuchillos desangrada,
                    quiero la luz de Chile enarbolada
                    sobre la nueva casa construída.

                    Yo no quiero la Patria dividida
                    cabemos todos en la tierra mía
                    y que los que se creen prisioneros
                    se vayan lejos con su melodía.

                    Siempre los ricos fueron extranjeros
                    que se vayan a Miami con sus tías.
                    Yo no quiero la Patria dividida,
                    se vayan lejos con su melodía.

                    Yo no quiero la Patria dividida
                    cabemos todos en la tierra mía
                    yo me quedo a cantar con los obreros
                    en esta nueva historia y geografía.

                    Comment


                    • #11
                      vas a hacer llorar al mod...
                      El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
                      - Eleanor Roosevelt

                      Comment


                      • #12
                        ya que Alfonso posteó mi poema favorito de Neruda ("Amo Valparaíso, cuanto encierras"), les dejo este otro que también me gusta mucho.



                        “Oda a la Araucanía Araucana”

                        Alta sobre la tierra
                        te pusieron,
                        dura, hermosa araucaria
                        de los australes
                        montes,
                        torre de Chile, punta
                        del territorio verde,
                        pabellón del invierno,
                        nave
                        de la fragancia.
                        Ahora, sin embargo,
                        no por bella
                        te canto, sino por el racimo de tu especie
                        por tu fruta cerrada,
                        por tu piñón abierto.

                        Antaño,
                        antaño fue
                        cuando
                        sobre los indios
                        se abrió
                        como una rosa de madera
                        el colosal puñado
                        de tu puño,
                        y dejó
                        sobre
                        la mojada tierra
                        los piñones:
                        harina, pan silvestre
                        del indomable
                        Arauco.

                        Ved la guerra:
                        armados
                        los guerreros
                        de Castilla
                        y sus caballos
                        de galvánicas
                        crines
                        y frente
                        a ellos
                        el grito
                        de los
                        desnudos
                        héroes,
                        voz del fuego, cuchillo
                        de dura piedra parda,
                        lanzas enloquecidas
                        en el bosque,
                        tambor
                        tambor
                        sagrado,
                        y adentro
                        de la selva
                        el silencio,
                        la muerte
                        replegándose,
                        la guerra.

                        Entonces, en el último
                        bastión verde,
                        dispersas
                        por la fuga,
                        las lanzas
                        de la selva
                        se reunieron
                        bajo las araucarias
                        espinosas.

                        La cruz,
                        la espada,
                        el hambre
                        iban diezmando
                        la familia salvaje.
                        Terror,
                        terror de un golpe
                        de herraduras,
                        latido de una hoja,
                        viento,
                        dolor
                        y lluvia.
                        De pronto
                        se estremeció allá arriba
                        la araucaria
                        araucana,
                        sus ilustres
                        raíces,
                        las espinas
                        hirsutas
                        del poderoso
                        pabellón
                        tuvieron
                        un movimiento
                        negro
                        de batalla:
                        rugió como una ola
                        de leones
                        todo el follaje
                        de la selva
                        dura
                        y entonces
                        cayó
                        una marejada
                        de piñones:
                        los anchos
                        estuches
                        se rompieron
                        contra la tierra, contra
                        la piedra defendida
                        y desgranaron
                        su fruta, el pan postrero
                        de la patria.

                        Así la Araucanía
                        recompuso
                        sus lanzas de agua y oro,
                        zozobraron los bosques
                        bajo el silbido
                        del valor
                        resurrecto
                        y avanzaron
                        las cinturas
                        violentas como rachas,
                        las
                        plumas
                        incendiarias del Cacique:
                        piedra quemada
                        y flecha voladora
                        atajaron
                        al invasor de hierro
                        en el camino.

                        Araucaria,
                        follaje
                        de bronce con espinas,
                        gracias
                        te dio
                        la ensangrentada estirpe,
                        gracias
                        te dio
                        la tierra defendida,
                        gracias,
                        pan de valientes,
                        alimento
                        escondido
                        en la mojada aurora
                        de la patria:
                        corona verde,
                        pura
                        madre de los espacios,
                        lámpara
                        del frío
                        territorio,
                        hoy
                        dame
                        tu
                        luz sombría,
                        la imponente
                        seguridad
                        enarbolada
                        sobre tus raíces
                        y abandona en mi canto
                        la herencia
                        y el silbido
                        del viento que te toca,
                        del antiguo
                        y huracanado viento
                        de mi patria.

                        Deja caer
                        en mi alma
                        tus granadas
                        para que las legiones
                        se alimenten
                        de tu especie en mi canto.
                        Árbol nutricio, entrégame
                        la terrenal argolla que te amarra
                        a la entraña lluviosa
                        de la tierra,
                        entrégame
                        tu resistencia, el rostro
                        y las raíces
                        firmes
                        contra la envidia,
                        la invasión, la codicia,
                        el desacato.
                        Tus armas deja y vela
                        sobre mi corazón,
                        sobre los míos,
                        sobre los hombros
                        de los valerosos,
                        porque a la misma luz de hojas y aurora,
                        arenas y follajes,
                        yo voy con las banderas
                        al llamado
                        profundo de mi pueblo!
                        Araucaria araucana,
                        aquí me tienes!
                        >>> El cine se lee en dvdplay <<<

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                        • #13
                          SEMEN

                          Porque ese grito no tiene palabra
                          es sólo sílaba color de sangre.


                          Y circula en el giro de un deseo
                          como un espeso manantial caliente;
                          sulfato de cal roja, sol secreto
                          que abre y cierra las puertas genitales.

                          P. Neruda.






                          MORALIDADES

                          Que la razón no me acompañe más
                          dice mi compañero, (y lo acompaño
                          porque amo, como nadie, el extravío.)
                          Vuelve mi compañero a la razón
                          (y acompaño otra vez al compañero
                          porque sin la razón no sobrevivo.)

                          P. Neruda.
                          "Little green hot peppers from Padron. Ones are spicy, anothers don't." (Galician popular saying)
                          "Dadme un punto de apoyo... y dormiré plácidamente" (Mi tío Bartolomé)

                          PROYECCIÓN CIV

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                          • #14
                            Ya que se cito por ahi arriba a Victor Jara, citemos ahora a Sergio Ortega, que puso musica a este bellisimo poema nerudiano:

                            LA PATRIA PRISIONERA

                            Patria de mi ternura y mis dolores,
                            Patria de amor de primavera y agua,
                            hoy sangran tus banderas tricolores
                            sobre las alambradas de Pisagua.

                            Pero saldrás al aire a la alegría
                            saldrás del duelo de estas agonías
                            y de esta sumergida primavera,
                            libre en la dignidad de tu derecho
                            y cantará en la luz y a pleno pecho
                            tu dulce voz ¡oh! Patria prisionera.

                            Existes, Patria, sobre los temores
                            y arde tu corazón de fuego y fragua,
                            hoy entre carceleros y traidores,
                            ayer entre los muros de Rancagua.

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                            • #15
                              AMERICA

                              Viva Colombia, bella y enlutada
                              y Ecuador coronado por el fuego,
                              viva el pequeño Paraguay herido
                              y por desnudos héroes resurrecto,
                              oh, Venezuela, cantas en el mapa
                              con todo el cielo azul en movimiento
                              y de Bolivia los huraños montes
                              los ojos indios y la luz celebro:
                              Yo sé que quienes cayeron
                              defendiendo el honor fueron los pueblos
                              y amo hasta las raíces de mi tierra
                              desde Río Grande hasta el Polo chileno
                              no sólo porque están diseminados
                              en esta larga lucha nuestros huesos,
                              sino porque amo cada puerta pobre
                              y cada mano del profundo pueblo.

                              Y no hay belleza como está belleza
                              de América extendida en sus infiernos,
                              en sus cerros de piedra y poderío,
                              en sus ríos atávicos y eternos
                              y te amo en los recónditos espacios
                              de las ciudades con olor a estiércol,
                              en los trenes del alba vacilante,
                              en los mercados y en los mataderos,
                              en las flores eléctricas de Santos
                              en la cruel construcción de tus cangrejos
                              en tu decapitada minería
                              y tus pobres borrachos turbulentos.
                              El planeta te dio toda la nieve,
                              aguas mayores y volcanes nuevos
                              y luego el hombre fue agregando muros
                              y adentro de los muros, sufrimiento
                              y es por amor que pego en tus costados:
                              recíbeme como si fuera el viento.
                              Te traigo con el canto que golpea un amor
                              que, no puede estar contento
                              y la fecundación de las campanas
                              la justicia que esperan nuestros pueblos.
                              Y no es mucho pedir, tenemos tanto,
                              Y, sin embargo, tan poco tenemos
                              que no es posible que esto continúe.
                              Esté es mi canto, lo que pido es eso:
                              porque no pido nada sino todo
                              lo pido todo para nuestros pueblos
                              y que se ofenda el triste presumido
                              enloquecido con un nombramiento
                              yo sigo y me acompañan dos razones:
                              mi corazón y mi padecimiento.

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